LALO Y PILI


Ayer el diario El Comercio de Gijón, apareció este articulo, que cuenta además de parte de la vida de nuestros compañeros Pili y Lalo (nuestro director),aqui os lo dejamos:


Lalo y Pili
Hacen felices a muchos, cuando otros se empeñan en amargarnos la vida

JOAQUÍN FUERTES |


Aquel relato emotivo de O. Henry, que fue también episodio de una hermosa película, explicaba el modo de aferrarse a la vida de una joven enferma, mirando por la ventana las hojas que se iban desprendiendo del árbol cercano. La muchacha ponía su resistencia pareja a la última hoja, y así fue prolongando los días hasta llegar a un final feliz, made in Hollywood. Cada uno mira hacia fuera, por esa ventana que muestra una realidad sombría, casi negra, y se aferra a lo que puede para dar carpetazo al pesimismo, y esperar que al viejo olmo machadiano le queden algunas primaveras más. Les digo a Eladio Sánchez y Pili Ibaseta que no los veo tan distintos de cómo eran hace cincuenta años. Por fuera, tal vez, si comparamos con las viejas fotos que cuelgan de las paredes, con los programas empaquetados y los recortes de los periódicos que colecciona Eladio, de los cuales nos servimos como piratas los desordenados que queremos echar la vista atrás, con ira o con melancolía. Eladio, Lalo para los amigos, gesticula con el mismo ímpetu y se levanta como un resorte, tirando de su memoria intacta para recitar algún testo o algún poema. Luego, se queja de un cansancio que va proporcionando el tiempo, de tanto teatro, costumbrista y del otro, que va sumando decenios y más decenios, desde que se le abrieron los ojos y vio entre las bambalinas a los mismos personajes que él ahora dirige e interpreta. El balance de Lalo, como toda vida, con sus luces y sus sombras, es muy hermoso: se tropezó con el teatro, heredado de sus mayores; se tropezó con Pili, surgiendo el amor bajo los cielos estrellados del Caribe, y ambos se encontraron con dos hijos, buenos chavales, uno de ellos se sube también al escenario para mantener la tradición. Eladio dice que se cansa, que son muchos años, y busca un relevo, pero uno no se lo imagina quieto. Descansa el traje, pero no descansa el hombre, dijo nuestro Miguel Hernández.
Lalo y Pili, con Arsenio, Josefina, Aller, Armando, Belén, Mar, María Luisa, Norberto. ponen siempre el contrapunto del mundo bronco con esa sonrisa inocente de una arcadia perdida. No es la Asturias verdadera la que nos cuentan, pero es hermoso cómo la pintan: a ellos les corresponde endulzar las soledades de los pueblos, rememorar la simpleza de los amores perdidos, ofrecer la esperanza para los que todavía esperan. En las obras del repertorio no hay un príncipe azul ni una princesa pálida besando al sapo en la boca, sino el indiano que vuelve cansado en busca de la juventud, el mozo cantarín que se lleva la moza, al fin, de su rival por un quítame allá esos lindes del prado. En el fondo, todos son remedos de Capuletos y Montescos, en los que se traen regalos para todos, y una vez que se juntan los rapazos no deja de haber chance también para los viudos. Es un teatro que el pueblo recibe como suyo, porque lo hace redimirse de esas sombras de mezquindad donde se ve retratado. La Compañía Asturiana no arregla los pleitos ni corrige las envidias, pero desenreda la hosquedad con el humor de sus propuestas. Hace felices a muchos, cuando otros se empeñan en amargarnos la vida, con sus ocurrencias y desgobiernos.
Pili y Lalo, camino de sesenta años en los escenarios, repartiendo sonrisas cuando la realidad nos oferta penas y desengaños.
Share:
spacer

No hay comentarios:

Publicar un comentario